Entrevistas | Transición en la dirección ejecutiva de think tanks.
[Nota del Editor: Entrevista a Julia Pomares, nueva directora ejecutiva del Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento (CIPPEC). En esta oportunidad, describe cómo se llevó a cabo la transición, analiza la agenda estratégica de la institución hacia 2020 y señala que los think tanks son clave pare revertir la desigual distribución del conocimiento científico en el mundo. Esta entrevista fue realizada por Federico Frascheri.]
F.F.: ¿Cómo se diseñó e implementó la transición en la Dirección Ejecutiva?
J.P.: Fue una transición bastante especial para CIPPEC porque fue más abrupta que las anteriores. La última, cuando asumió Fernando Straface, había sido una transición con bastante tiempo. En este caso, estuvo muy influida por el contexto externo, que fue el cambio de gobierno el 10 de diciembre, en particular a nivel nacional y en la provincia de Buenos Aires en términos de color político y en general de gobierno para todos los distritos del país. Eso hizo que hubiera muchos cambios al interior de CIPPEC, por personas que tenían responsabilidad y que pasaron a tener cargos importantes en distintas gestiones. Entre ellos estuvo el director ejecutivo anterior, que asumió un cargo importante en el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. Por eso, la transición fue mucho más abrupta que las anteriores: desde el momento en que el Consejo de Administración me hizo la propuesta hasta el momento en que yo asumí la Dirección Ejecutiva pasaron tres semanas.
F.F.: ¿Qué implica el cambio para CIPPEC?
J.P.: Este cambio tuvo algunas características especiales: soy la primera directora ejecutiva no fundadora, lo que muestra una madurez de la consolidación institucional de CIPPEC. Además, soy la primera directora ejecutiva mujer. Y el cambio en la Dirección Ejecutiva coincide con un cambio más allá de colores políticos: coincide con un cambio generacional, una renovación en todos los partidos políticos, tanto en el oficialismo como en la oposición, en los municipios del Conurbano y en el gobierno nacional, con muchas personas nuevas y más jóvenes en la política. Todo el cambio interno en CIPPEC estuvo muy vinculado y es muy difícil de entender sin comprender ese cambio externo del sistema político de la Argentina.
F.F.: ¿Cuáles son los principales desafíos que identificás al inicio de tu gestión? ¿Cuáles serán las líneas estratégicas de trabajo?
J.P.: El primer desafío a corto plazo fue que había salidas en algunos puestos importantes de la institución que había que reemplazar. Un desafío más sustantivo pero que debía estar relacionado a las nuevas incorporaciones, era la agenda temática de CIPPEC. Me parece que un cambio en el sistema político debería implicar para un centro de política pública repensar cuál es su agenda temática. Se supone que este tipo de organizaciones no piensa temas en el aire sino que los piensa en relación a cuáles tienen más llegada al sistema político o cuáles se deben impulsar porque ese sistema no los toma. El proceso de repensar nuestra agenda estratégica ya había empezado antes del fin de la gestión de Straface, un proceso muy interesante de reflexión interna en el que nos apoyó McKinsey de manera pro bono y en el cual participaron todos los miembros de CIPPEC. Pensamos cuáles eran los desafíos, hicimos benchmark con otros think tanks a los que nos gustaría parecernos, otros que creemos similares, y pensamos cuáles deberían ser los objetivos a alcanzar. El resultado fue “CIPPEC 2020”. Este proceso interno ayudó mucho a llevar estos primeros meses, porque el plan ya estaba avanzado: en diciembre había terminado ese proceso de reflexión interna y empezamos a convertirlo en un plan de trabajo junto con Fabián Repetto, quien pasó a ocupar el rol de director de planeamiento estratégico.
Y un tercer desafío estructural de esta nueva etapa que voy a tener como directora ejecutiva es seguir demostrando que CIPPEC es una organización independiente. En un país como la Argentina, la idea de un centro de políticas públicas con personas muy formadas técnicamente que a su vez tengan experiencia en el gobierno y en el Estado, que vayan y vengan entre el sector público y un lugar como CIPPEC, no está muy desarrollada. Además, la salida de varias personas hacia el gobierno nacional y de la Ciudad, que son del mismo color político, hace que pueda haber un riesgo en la percepción hacia CIPPEC. Nadie tiene dudas de que CIPPEC debe seguir siendo un think tank independiente y aprovechar esta nueva etapa para potenciar su impacto.
F.F.: ¿Qué condiciones externas podrían facilitar u obstaculizar esas líneas estratégicas?
J.P.: Hay una condición externa que hace compleja esta nueva etapa de CIPPEC: hay muchos nuevos gobiernos buscando personas con conocimiento y experiencia en políticas públicas, a veces algo muy poco desarrollado, y este es un lugar que atrae ese perfil. Por eso ahora hay mucha más competencia por ese recurso humano de lo que había antes.
A su vez, un factor externo que contribuye a potenciar nuestro trabajo es que existe una demanda y una posibilidad de incidencia muy grande de algunos ministerios nacionales que se acercan a CIPPEC. Al ser una nueva generación, con menos experiencia en política pública o con más avidez de evidencia y datos, se acercan a pedir y demandan más a la institución. Esto hace que se vuelva más complejo decidir cuándo CIPPEC asiste técnicamente a un gobierno y cuándo elige una estrategia de advocacy externa. Eso requiere mayor sofisticación en la estrategia de incidencia. En la medida en que uno tiene un vínculo fluido con los gobiernos, empieza la complejidad de ver en qué momentos uno decide incidir en el trabajo con los funcionarios y cuándo incidir a través de una campaña pública.
Te doy un ejemplo: CIPPEC promueve que haya una ley de acceso a la información pública casi desde que se creó; en 2001 tuvo el primer proyecto de ley de acceso. Hicimos muchos documentos, notas de opinión, actividades para impulsar esto. Años más tarde, a partir de un pedido de datos de beneficiarios sociales al Ministerio de Desarrollo Social, hicimos un litigio, una estrategia de intervención que CIPPEC ha usado muy pocas veces. Lo hizo con el apoyo de ADC, y el caso llegó a la Corte Suprema, que en 2014 falló a favor de CIPPEC. Esto estableció un precedente para la ley que ahora obtuvo media sanción. Cuando asumió el Presidente y varios diputados oficialistas dijeron que iban a volver a poner el tema en agenda, muchas organizaciones lo celebramos. Pero había un tema que siempre habíamos planteado y creemos que es muy importante: la independencia del órgano que tiene que tomar decisiones sobre acceso a la información. El proyecto que el Ejecutivo mandó al Congreso no tenía ese aspecto. Y si bien habíamos tenido muchas conversaciones con el área técnica que había elaborado el proyecto, nosotros manifestamos que creíamos que el Congreso debía dar la discusión e incluirlo. Hicimos junto con muchas organizaciones y personalidades una campaña pública para establecer la necesidad de un órgano independiente. Finalmente, logramos que el proyecto aprobado en Diputados se incorpore un artículo que diga que la autoridad debe ser removida con el aval del Congreso, lo que le da mayor independencia. En este caso, tomamos una estrategia de incidencia más externa.
F.F.: ¿Es posible y deseable institucionalizar la consulta al conocimiento científico en el diseño de la política pública?
J.P.: En Alemania o en Inglaterra, por ejemplo, las comisiones del Parlamento tienen que hacer consultas técnicas vinculantes para definir una temática. Creo que tenemos desafíos mucho más básicos que ese. Tienen que ver con cómo se produce la información pública, cómo se guarda, se procesa y se archiva. Me parece que el acceso a la información es un paso intermedio entre un proceso anterior, el de producción, y otro posterior, el del uso; uno puede acceder a la información pero que después no se utilice en el proceso de política pública. Creo que en la Argentina tenemos muchos problemas sobre cómo se produce la información para que sea de calidad, confiable en términos de estabilidad en el tiempo de esos datos, en los procesos de revisión de calidad de esos datos y en términos de los procedimientos de archivo y de coordinación de la información entre las áreas que producen información. Tuvimos y todavía tenemos un Instituto Nacional de Estadística y Censos que tiene serios problemas de confiabilidad en su información y es el corazón del sistema de estadísticas de la Argentina. Eso dice que la producción de los datos es un tema importante. Para pensar en institucionalizar, primero hay que dar esa discusión sobre la producción de la información.
Hay mecanismos o incentivos para que se use la información. Ahí creo que el rol del Congreso es muy importante. CIPPEC hace años hizo una propuesta para que haya una oficina de presupuesto con personal técnico estable y capacitado para seguir los datos del presupuesto, que es la ley de leyes. En la medida en que no tenemos monitoreo de presupuesto, no tenemos monitoreo de lo que hace el Estado.
Es cierto también que hay una cuestión vinculada a la cultura. Creo que la sociedad no toma la información como insumo realmente válido para la conversación. No digo que sea el único; la política pública se hace en base a información, a ideología, a religión, a lo que dice la gente en las encuestas. Hay muchos ingredientes en la política pública. Pero la información y el análisis técnico tienen que jugar un rol. Eso todavía no lo tenemos tan claro como sociedad. Se refleja mucho en la discusión en los medios, donde casi nunca se habla de cuestiones presupuestarias. Detrás de cada decisión de política pública que toma un Estado hay una decisión de asignación de recursos escasos, finitos, que implica elegir entre una cosa u otra. Eso me parece que es básico pero que en la conversación de política pública mediática todavía no lo hacemos. Me parece que hay mucho por recorrer y en ese sentido el rol de CIPPEC es clave.
F.F.: En el último Encuentro de Think Tanks Latinoamericanos se mencionó que la región apenas produce el 2,3% de la producción científica mundial y está fuertemente concentrada en los países ricos (Argentina, Brasil, México). ¿Cómo se revierte esta tendencia? ¿Qué rol tiene un think tank argentino como CIPPEC en la región?
J.P.: La distribución desigual del conocimiento científico en el mundo es un tema muy importante y ausente en la discusión. Pese a la globalización, internet y lo que supuestamente iba a traer de democratización de acceso a la información, la desigualdad en términos de dónde se produce el conocimiento se ha agravado en los últimos 20 años. Las sociedades se han vuelto más desiguales y supongo que esta es una forma más de entender esta desigualdad. Como centros de política pública, que son organizaciones que se dedican a que el conocimiento circule en la política pública, es un tema importante. Pero creo que los vuelve todavía más importantes, porque hacen un trabajo de traducción de información, a la que es difícil que accedan el decisor y el asesor de política pública.
También creo que hay políticas de algunas organizaciones, especialmente en Brasil, de pedir acceso a las revistas académicas especializadas libres para organizaciones del tercer sector o regionalmente de América Latina y del Sur, que son como granitos de arena pero iniciativas loables para que ese tipo de información, al menos para las organizaciones que se dedican a los temas de políticas públicas, estén abiertas y que no tengan que pagar por ella.
Después me parece que hay algo que ayudaría a revertir la tendencia o a mitigarla, que es generar más cooperación triangular y Sur-Sur entre las organizaciones. Esto hace que circule más el conocimiento. En la medida que se democratice más el acceso a la información, tendremos mejor calidad de política pública y por ende, sociedades con más desarrollo e equidad, nuestra gran misión en CIPPEC.