Reflexiones │ Entre el 11 y el 13 de marzo tuvo lugar, en la ciudad de Lima, la IV Conferencia de la Red de Seguimiento, Evaluación y Sistematización de América Latina y el Caribe. La sede del evento fue la Pontificia Universidad Católica del Perú y el mismo se enmarcó en el Año Internacional de la Evaluación.

Bajo el lema “El futuro de la evaluación en América Latina y el Caribe; desarrollo, equidad y cultura” se reunieron en Lima más de 400 evaluadores, investigadores y decisores. De este modo, se vieron representadas en el evento múltiples redes nacionales de evaluación de la región (Eval Perú, EvaluAR), oficinas gubernamentales (Ministerio de Salud del Perú), agencias de evaluación nacionales (CONEVAL, Agencia de Evaluación y Calidad), organismos multilaterales (ONU, Banco Mundial, Banco Interamericano de Desarrollo, OIT, FAO, IFC), universidades y centros de investigación (CIPPEC, Centro Internacional de Investigaciones para el Desarrollo, CINVE, GRADE, J-Pal).

El formato de la conferencia contuvo instancias de capacitación (durante los días lunes 10 y martes 11 hubo talleres), conferencias centrales a cargo de expositores de renombre, paneles de presentación de trabajos y  posters.  

Los principales temas bajo análisis en la conferencia fueron: Cultura evaluativa y desarrollo organizativo; Enfoques de igualdad de géneros, diversidades, interculturalidad y derechos humanos en la evaluación; Institucionalidad de la evaluación; Participación, transparencia y usos de la evaluación; Evaluación de resultados y de impacto; Desarrollo profesional, formación y demanda de la evaluación y Estándares y competencias para la evaluación.

Uno de los momentos centrales de la conferencia fue el encendido de la antorcha de la evaluación (#EvalTorch), en ocasión del año internacional de la evaluación (sancionado por la Asamblea General de Naciones Unidas).

La conferencia puso de manifiesto que el monitoreo y evaluación de políticas públicas tiene  un lugar cada vez más grande tanto en la agenda de los investigadores y agencias multilaterales como en los gobiernos de la región. Además, se hizo evidente que hay no sólo interés, sino experiencias exitosas de esquemas de uso de la información generada por las evaluaciones para el diseño de las políticas.

Sin embargo, las exposiciones centrales y las ponencias mostraron que, si bien muchos países de la región han emprendido un camino de institucionalización de sistemas de monitoreo, evaluación y uso de la evidencia, la situación entre países está lejos de ser homogénea y aún queda mucho por recorrer en términos de la calidad de los mismos, de la capacidad técnica de los recursos humanos y de la generación de una cultura de evaluación y de voluntad política en los mandos altos, medios y bajos en torno al diseño y puesta en marcha de estos procesos. 

Espacios como esta conferencia son oportunidades muy valiosas para compartir buenas prácticas, y seguir fortaleciendo el seguimiento,  monitoreo y evaluación en la región.